viernes, 29 de abril de 2011

Cuando la arquitectura construye pequeñas alegrías

 El Habitat 67 fue construido por el reconocido arquitecto israelí Moshe Safdie en Montreal con motivo de la Exposición Universal de 1967. Se trata de un edificio en el que cada módulo prefabricado "trabaja" como una vivienda unifamiliar.

Anatxu Zabalbeascoa consigue llegar más allá del diseño y el efectismo en su conferencia sobre arquitectura en la universidad San Jorge de Zaragoza

“Yo no me encuentro a mí mismo donde me busco. Me encuentro por sorpresa cuando menos lo espero”, decía Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu. La vida es ciertamente caprichosa y guarda a menudo un buen puñado de ases en su manga. Lo que algunos llaman destino. Algunas veces traicionero y cruel. Otras, capaz de dar sentido a nuestra existencia en los momentos más oscuros. Quizá ahí es donde reside la belleza auténtica de la vida. En saber que un solo instante es capaz de cambiarnos.

Dicen también que las pequeñas alegrías del día a día son las que nos hacen felices. Una buena noticia es capaz de borrar automáticamente de nuestra memoria un día de perros. De hecho, si lo llevamos a la cultura musical, ¿qué es “Un buen día” para Los Planetas sino una sucesión de esas pequeñas cosas?

Pues algo de todo esto tuvo la charla impartida por la periodista de El País Anatxu Zabalbeascoa el pasado miércoles en la universidad San Jorge de Zaragoza. El tema de la conferencia, “Arquitectura: ¿fin de la era espectáculo?”, parecía más destinado al uso y disfrute de los arquitectos presentes y futuros que al de los tan sólo futuros periodistas presentes en la sala. Y eso que, contra todo pronóstico, este segundo grupo era el más numeroso. Encomiable que se enfrentasen a sus temores de perderse en las aristas y ábsides de la conversación.

En cualquier caso, la afluencia de público no fue, ni de lejos, el punto fuerte del acto. A lo mejor es que alguien corrió la voz de que la temperatura del aula magna era más propia de las llanuras de Siberia que de la primavera de un país mediterráneo. ¡Diabólico invento el aire acondicionado! Los asistentes tuvieron tiempo de sobra para percatarse de ello porque el inicio de la presentación se retrasó en demasía. Probablemente, esperando la llegada de algún grupo de estudiantes rezagado que nunca llegó.

¡Y claro! Un servidor, que había acudido a la comparecencia con el ánimo propio del estudiante de periodismo que llega a clase y, sin comerlo ni beberlo, se encuentra en un coloquio sobre arquitectura, empezaba a impacientarse y cuestionarse cosas tan interesantes como: “¡Caray!...con lo altas son esas cortinas, ¿cómo harán para limpiarlas?”.

 Hasta el pasado miércoles, el contacto más cercano que había tenido con la arquitectura había sido observar cada mañana al despertar esta fotografía que adorna una de las paredes de mí cuarto. Los míticos obreros del Rockefeller

Y en esa nube intelectual permanecí hasta percatarme de que Anatxu Zabalbeascoa había aparecido en escena como de la nada. ¡El cotarro ya estaba en marcha! Juro que no miento al contar qué sucedió a mí vuelta de la inopia. Diez segundos, diez, le bastaron a la invitada. Fue oír “me ha marcado más donde he vivido que donde he estudiado”, seguido después de una enumeración de ciudades y ya era suyo. La sala ya no parecía semivacía. Más bien, la circunstancia se torno en algo positivo creando un ambiente íntimo y relajado.

Porque el comienzo de la intervención fue tremendamente atractivo. Lejos de las presentaciones que ensalzan méritos profesionales a modo de credencial, Zabalbeascoa también permitió conocer a la persona. Empezando por su experiencia en Chicago cuando le encargaron escribir el libro The New Spanish Architecture. Por encima de todo, destacó cuanto le enriqueció personalmente el verse en medio de La Meca de la arquitectura, con personas desconocidas y en una cultura diferente. “Cuando no controlas una situación es cuando de verdad sacas lo mejor que tienes dentro”, resumió la periodista.

Sin prisa alguna, bien es cierto que con ciertos altibajos en contenido, y consciente de que los “plumillas” eran la etnia mayoritaria de su auditorio, Anatxu se detuvo en su ámbito profesional antes de entrar con el plato principal del menú. Con un ritmo muy ágil y fácil de seguir, radiografió el panorama de la prensa hoy día. Tan sólo se permitió unas pequeñas pausas entre idea e idea para pasarse el pelo por detrás de la oreja. Señaló, a través de sus experiencias personales, la problemática que tiene el periodista actual ante la sobre información y la necesidad de encontrar temas originales cuyo enfoque sea suficientemente atractivo para el medio. Como si estuviese en el salón de su casa, con la misma naturalidad, dejó perlas tan jugosas como que “los buenos periódicos son los que generan sus propias noticias”.

Ya que estaba metida en faena, Zabalbeascoa no dejó pasar la oportunidad de reivindicar un mayor reconocimiento de la arquitectura en los medios generalistas impresos. A su juicio, ahora que parece que la sociedad presta más atención que nunca a la arquitectura, no es del todo digno que la información de este tipo salga a menudo bajo el cintillo “Tendencias” o “Gentes”. Aunque como la misma experta reconoció, “eso es mejor que nada”. Este creciente interés público por los edificios y construcciones puede estar, sin duda, relacionado con la arquitectura espectáculo.

Y así, llegamos a la segunda parte de la charla. Más del gusto de los sibaritas en la materia, pero no por ello carente de contenido para un público más terrenal. Zabalbeascoa analizó detenidamente obras de Foster, Ghery, Safdie o Niemeyer, entre muchos otros, a través de fotografías. Sin embargo, no perdió ni un ápice de la atención de todo su auditorio.

La biblioteca Parque España es mucho más que un edificio. El edificio es el símbolo visible de un proyecto urbanístico de mayor calado que ha salvado a una de las barriadas más conflictivas de Medellín, Colombia.

La razón fue que a las explicaciones técnicas les acompañaban síntesis de índole cultural, consiguiendo contextualizar la realidad social de todos esos lugares. Aún no sé exactamente cómo fue, pero Anatxu Zabalbeascoa logró hacer que los menos duchos entendiesen de edificios inverosímiles más allá de su espectacularidad. Tremendo el impacto social de la biblioteca Parque España en Medellín. Genial el propósito que inspiró el Habitat 67. Ingenioso y funcional el mercado de Abu Dhabi. Que alguien que no tiene ni repajolera idea del tema, como es mí caso, sea capaz de hacer esta reflexión es algo importante. Zabalbeascoa subrayó esta percepción asegurando que los arquitectos empiezan a ser conscientes de la necesidad de que el ciudadano de a pie comprenda sus creaciones.

A pesar de todo, tras la vorágine de fotografías, la periodista aclaró que es muy difícil conseguir que algo sea monumental. No en vano, el 98% de la arquitectura que se construye no tiene vocación espectacular. Cuando se acomete una obra de semejantes características hay que ir a visitarla dejando a un lado “filias y fobias”. En ocasiones, pueden llegar a enfrentar a una sociedad contra el edificio. Pero lo más sensato es “asumirlo como parte integrante de nuestro entorno y darle un uso provechoso para el ciudadano”, opinó Zabalbeascoa. Un consejo que bien podría aplicarse a Zaragoza y su faraónico tranvía.

La charla dio para mucho más de lo que estas líneas pueden contar. Como la precaria situación de los obreros en Asia, “comparable a la de las prostitutas del Este que traen las mafias a nuestro país”, o los valores éticos del arquitecto moderno. Pero eso lo guardo para los que asistimos en persona y pasamos un segundo invierno. Sólo puedo añadir que desconozco lo que un arquitecto puede llegar disfrutar de un acto sobre periodismo. Pero si sé que yo decidí quedarme a la charla íntegra y que llegué dos horas más tarde de lo que tenía previsto a mí casa. Mereció la pena.

El coloquio me aportó en mi formación personal y profesional. Por no mencionar el simple hecho de que aprendí un poquito sobre algo que desconocía. Me fui a dormir reconfortado conmigo mismo y con mi futuro. La charla de Anatxu fue una pequeña alegría con la que no contaba. De esas que tanto valoraba el Barón de Montesquieu.



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Bloguero: Como arquitecto Colombiano debo comentar que el parque Biblioteca España no ha salvado a "nadie" y mucho menos a "una de las barriadas más conflictivas de Medellín. Este proyecto altamente criticado por erigirse como ícono ajeno a la realidad social de la comunidad en la que se inserta, carece de algo esencial en la arquitectura: una correcta espacialidad. Se trata más de una veleidad ególatara del arquitecto, que de un buen ejemplo de arquitectura colombiana.

Carlos Gracia Cancer dijo...

Saludos amigo. Siento no haber visto antes tu comentario y, por tanto, no poder haber contestado antes.

Soy estudiante de periodismo y, como digo en el post, no tengo ni idea de arquitectura. Por tanto, no puedo rebatir ni darte la razón acerca de tu comentario.

A mí se me explicaron y exponieron una serie de proyectos y se argumentaron con datos. ¿Qué esa no es la realidad? No dudaré de tu palabra, que por algo eres Colombiano.

Puede ser que lo entendiese mal y confundiera la idea del proyecto con el resultado final. Ya te digo que mi conocimiento en este campo es muy limitado.

No obstante, esta entrada no es tanto un análisis de arquitectura como la historia de cómo hay veces que en el día a día aprendes cosas nuevas que no esperas. Y de cómo esas experiencias te enriquecen.

No es mi intención engañar ni falsear nada.

Gracias por entrar al blog y tomarte el tiempo de escribir.