lunes, 4 de octubre de 2010

Ryder Cup: sabor añejo

Hoy, con permiso del cielo de Gales, ha finalizado la Ryder Cup 2010 con victoria ajustadísima de Europa sobre Estados Unidos por 14 1/2 a 13 1/2 . La jornada de enfrentamientos individuales ha brindado momentos estelares al entregado público, británico en su mayoría, que ha disfrutado del mejor golf en estado puro.

Hasta que McDowell a levantado sus puños al ire en el hoyo 17 del Celtic Manor, certificando el punto que daba la victoria al viejo continente ante Hunter Mahan, se han vivido instantes memorables que pasarán a formar parte de los recuerdos imborrables que siempre deja esta competión.

Como la garra del inglés Ian Poulter, que dominó su partido de principio a fin, logrando una gran victoria por 5&4 ante Kuchar, y contagiando tanto al público como a sus propios compañeros. O la lección de veteranía y saber estar que Miguel Ángel Jiménez ha mostrado ante un debutante como Watson. O los nervios del pequeño de los Molinari, desaciendose como un azucarillo cuando tenía su partido (y la Ryder) en sus manos con todo a favor.


Lo que ha quedado demostrado es que la Ryder es una competición única. Sin más reclamo para los jugadores que el placer de jugar. Sin nada más que el honor de por medio es capaz de sacar lo mejor de cada uno de ellos, unirlos como equipo y hacerles sentirse parte de algo importante. Eso es el espíritu de la Ryder. Eso es el aroma añejo de la competición. Y al acabar, un apreton de manos y nos vemos en dos años.

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