La Correspondencia de España (1858-1925)
Desde la muerte de Fernando VII hasta la década de 1870 el modelo de prensa que se impone en España es la prensa política o prensa de partido. Un tipo de prensa que se caracteriza por buscar un beneficio de índole ideológico. Las publicaciones nacen con el objetivo de cumplir un fin concreto y una vez lo alcanzan ya no hay razón alguna para continuar. Es la razón por la que la mayoría de dichas publicaciones tienen una vida corta.
La identificación de la profesión del periodista está algo difuminada y a menudo existe la confusión de ser asociada con la política. A ello contribuyen los contenidos de los periódicos, cargados de artículos de opinión y editoriales de fuerte grado político y propagandístico marcados a su vez por un lenguaje violento y agresivo típico de la prensa de partido.
El Semanario Patriótico (1808-1812), fundado por Manuel Jesús de Quintana con el fin de difundir el pensamiento liberal, es un ejemplo de prensa de partido
Sin embargo, poco a poco surgen una serie de periódicos que proponen algo diferente. Se dan cuenta que los lectores están cansados de tanto artículo y que lo que desean en realidad es que se les ofrezca información. Estos nuevos periódicos comienzan a satisfacer esta demanda y pronto pasan a ser muy leídos, convirtiéndose en los más importantes del país. Estamos ante el nacimiento de un nuevo modelo de prensa en España: la prensa noticiera.
A diferencia de la prensa de partido, la prensa noticiera no tiene un fin político. Lo que busca es un beneficio económico. Estamos ante la primera manifestación de la prensa como concepto empresarial. Este cambio de perspectiva transforma todos los ámbitos periodísticos. Ahora existe una competencia empresarial. La lucha de las publicaciones es por ganar dinero por encima de influir en la opinión pública. Esto no significa que estos periódicos sean ideológicamente neutrales. Pero entienden que para vender más ejemplares es necesario satisfacer la demanda de los lectores, que en este caso demandan información. Así que en sus contenidos primarán las noticias y sucesos por encima de artículos y editoriales. De este modo, consiguen ganar el pulso a la prensa de partido e imponen su modelo que, a día de hoy, es el que continúa vigente en España.
La Correspondencia de España fue un periódico fundado por Manuel María de Santa Ana en 1858 y a uno de sus ejemplares corresponde el editorial que es objeto de este ensayo. Andaluz de nacimiento, desarrolla toda su carrera en Madrid y demuestra su visión empresarial desde su primer proyecto periodístico, la Carta Autógrafa (1848-1858). Se trata de una carta que llegaba al domicilio de sus suscriptores con la información de los sucesos de actualidad más relevantes de Madrid.
Manuel María de Santa Ana, fundador de La Correspondencia de España
La Correspondencia de España se convierte en un éxito desde el momento de su salida, superando en ventas a Las Novedades en la década de los sesenta. A partir de entonces, asistimos a una guerra empresarial que queda reflejada en este editorial donde parece defenderse de una crítica de El Imparcial, periódico fundado por Eduardo Gamet. El conflicto entre estos dos periódicos no es más que el reflejo de la competencia existente entre ambas publicaciones en su lucha por aumentar el número de lectores: “Repite El Imparcial lo que ya nos ha dicho varias veces: ‘que somos ministeriales de todos los ministerios’. Gracias por la ocasión que nos proporciona de decir de una vez sobre este punto por qué parecemos y aun somos y seremos ministeriales de todos los ministerios”.
Utiliza la crítica de El Imparcial, que parece achacar a La Correspondencia su carácter oficialista, en su propio beneficio justificando ante los lectores el porqué de su posición respecto al gobierno y presentándolo como algo positivo y propio de un periódico que intenta informar a los lectores. Y, a su juicio, no existe información más fiable que la oficial: “Periódico de noticias, La Correspondencia aspira a decir la verdad y como ésta sólo puede saberse en los primeros momentos donde se dispone del telégrafo y de la administración, y como tenemos la experiencia de que de todos los apasionamientos el menos violento es el de las personas insatisfechas que ocupan el poder, a éstas acudimos, de sus informes nos valemos, con sus datos escribimos; y nadie puede por lo tanto extrañar que nuestras noticias tengan el sabor ministerial de su origen, origen que el público aprecia más fiel que los demás, pues no otra cosa significa el crédito de las noticias de La Correspondencia.”.
Portada de El Imparcial (1867-1933), periódico fundado por Eduardo Gasset
La Correspondencia se declara como un medio oficialista, es decir, que siempre se sitúa del lado de quien gobierna. Esta maniobra le sirve para no ganarse enemigos políticos. Al ser un medio noticiero, su fin último es ganar dinero por encima de ideologías. Primando la supervivencia del medio. No olvidemos el caso de El Español, cuyo fin llegó impulsado desde las altas esferas. Si nos fijamos, está actuando como oficialista en el editorial, defendiendo al gobierno con palabras positivas. Le tiende la mano y se muestra una relación cercana con él. Pero no sólo a un gobierno concreto. Defiende por igual a todos los que han pasado desde que la publicación salió a la venta: “Pero aún tenemos otras razones para parecer y aún para ser benévolos con los gobiernos. Veintiocho años de tratar a los hombres del poder de todas opiniones nos han hecho ver lo mismo en unos que en otros, rectas y leales intenciones, por más que alguna vez no hayan podido realizar sus generosos propósitos (…).”
No podemos obviar que el editorial tiene un propósito final que está en el transfondo de todo el texto. Y no es más que la intención de convencer al lector para que compre el periódico. No olvidemos la guerra empresarial a la que hacíamos referencia. El modelo de prensa noticiera está sustentado en la competencia. Más lectores implican más dinero. Por eso es de vital importancia atrapar nuevos lectores y mantener los que ya se tienen. La Correspondencia intenta que se sientan representados con el periódico y se presenta ante ellos como un medio comprometido con el propósito de poder brindarles la mejor información posible y siempre a su servicio: “Hemos estado constantemente al lado del poder; pero que se vea qué utilidad, qué granjería nos ha proporcionado nuestro ministerialismo. Lo que tenemos lo debemos a nuestro trabajo y al favor del público; de éste sí que somos ministeriales; por éste nos acercamos a los gobiernos; tenemos la obligación de decir la verdad y la buscamos donde estamos más ciertos de encontrarla”.
Estamos ante el cambio de guardia en el periodismo. La prensa noticiera incorpora el motor actual de todo el engranaje periodístico: la competencia. El hecho de competir por llegar al público implica la necesidad de innovación y mejora, fomentando el desarrollo y evolución de los medios de comunicación a todos los niveles.
Editorial de La Correspondencia de España. 29 de febrero de 1876.
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